lunes, 19 de agosto de 2013

Deontología del asistente en la reproducción del caballo.

Me sorprendo a mí mismo con las manos puestas sobre el teclado y aporreando teclas, dando un respiro a las ansias de plasmar en un lugar tan abstracto e inmaterial como internet los dislates que se me van ocurriendo a medida que avanzan las líneas. Deontología, o ética profesional, reglas básicas que deben seguirse en el ejercicio de un trabajo. Me surgen diversas preguntas ¿cuál es la deontología de un mamporrero? Esa profesión - probablemente en vías de extinción, pues me imagino que ya solo los dueños de los equinos se procuran los métodos de fertilización de las yeguas- me intriga tanto que siempre, cuando busco respuestas a las preguntas que brotan súbita y esporádicamente sobre el mundo del trabajo, termino realizando comparativas con un empleo tan noble como el de sujetar los descomunales aparatos de los garañones. Un arte tan antiguo como loable, debe constar de una deontología básica, que debe marcar las líneas principales de actuación, en detrimento de la simpleza del pueblo llano y sus creencias falsas e indiferencia ante tal actividad. A grandes rasgos, podríamos mostrar un listado de reglas deontológicas propias de un mamporrero que, sin haber ejercido la profesión, me atrevo a enumerar, no sin antes pedir disculpas de antemano por si me dejara alguna en el tintero. Siendo así, algunas normas morales del fertilizador de yeguas sería:

 -No se forzará a una relación sexual si la dama no está en clara disposición.

 -No se realizará discriminación por raza, tamaño, color, tipo de crin, caché, estética, historial de carreras, estilo o cualquier otro aspecto que suponga una desventaja por tratarse de un tipo de caballo concreto.

 -El punto anterior quedará completamente anulado si el dueño del caballo lo considerare oportuno. 

-Ante la imposibilidad de penetración por disparidades entre el tamaño del agujero y el cachivache a insertar, no se utilizará la fuerza. En todo caso, siempre que la evaluación resulte favorable, se intentará dilatar previamente con instrumentos o productos al efecto.

 -Siempre se utilizarán guantes.

 -Si se produce un gatillazo, se intentará que se reactive la máquina.

 -Si no existen hembras cercanas, pero se observa al macho alterado y cercano al desboque, se le tranquilizará realizando un brusco masaje en sus partes.

 -Se debe ayudar al semental en el caso de que se vean dificultades en las embestidas.

 -Si no se produjera un embarazo, pero se está seguro de la fertilidad de los animales, se volverá a intentar pasado el tiempo que se estime adecuado.

 -Deben aplicarse las medidas de higiene necesarias para que no se produzcan infecciones vaginales ni el pene.

 -No se dañarán a los animales en el proceso: la salud de los animales es absolutamente prioritaria. 

-Siempre se guardarán la formalidad, la tranquilidad y la entereza ante las dificultades que puedan presentarse en el proceso.

 -Se vestirán con telas resistentes y adecuadas los lomos, vientre y todas aquellas partes que puedan dañarse cuando el macho monte a la hembra.

 -Es válido y recomendable utilizar un vocabulario campestre y desprovisto de sofisticación y tecnicismo, pero siempre haciéndose entender y guardando el respeto por el cliente y los propios animales.

 Y con estos puntos podríamos dar una estructura a la deontología profesional del mamporrero. Si alguno por una fatalidad de la vida diera con este blog, espero lo tome como un homenaje por una profesión tan encomiable como denostada por niñatos de papá y periodistas finolis y calamitosos, que emplean esta actividad económica como forma de insulto soez contra aquellos que se encapricha la veleta del tiempo.

lunes, 12 de agosto de 2013

En las sombras se produjo el renacer.

¡Cómo han cambiado las cosas desde que escribí una última y frustrante entrada, como el último cartucho de un soldado agazapado, en una época en que la desesperación hizo presa de mí y dominó hasta la más ínfima de mis acciones! ¿Felicidad? ¿Quién podría hablar en tales términos? En el trabajo, tuve el descaro de afirmar que la felicidad es una forma de resignación y, para ser de puro improviso, la considero una afirmación muy acertada. Ahora, con un empleo bien remunerado, y procurándome una segunda titulación universitaria a base de sacrificar otros aspectos considerados necesarios en nuestra sociedad -emparejamiento y reproducción, la gran asignatura pendiente- no me atreveré a decir que proseguiré con la redacción de entradas. Aunque no será porque carezca de voluntad. Mi naturaleza haragana tantas veces me impide trazar una planificación para adquirir hábitos saludables, que bien pudiera decirse que si las cosas no marchan mejor es porque a mi no me ha salido de las zonas pudendas. El continuo trato humano, con individuos de toda clase y condición, que me proporciona mi trabajo, resulta en un filón casi inagotable de recursos para comentar a través de este blog. Si a esto le sumo los dislates que se producen diariamente en nuestro país, dispongo de una cantidad inconmensurable de información la cual puedo interpretar a mi antojo. Y aclaro: la manipulación es inherente a la interpretación, lo cual no significa que se cometa un acto tan despreciable ex profeso. Ah, cuánto tiempo sin disfrutar del placer de la escritura libre, alejada de la zafiedad y el academicismo, de lo políticamente correcto, de los eufemismos barateros. Sucios tecnicismos, abandonadme durante los pocos minutos que dedicaré a desbocar sobre estas páginas mi carácter más auténtico, protegido por la intimidad que proporciona el estar seguro de que, transcurrido tanto tiempo, los escasos lectores se habrán olvidado de la existencia de esta página.

domingo, 28 de agosto de 2011

Reiniciando.

No han sido pocas las veces que he insistido en mi vuelta a la escritura mediante este blog, donde se han comentado sobre todo temas absurdos. La tónica, espero, no será muy distinta a la adoptada en los últimos años, en las sesenta y pico entradas que me ocupé en redactar, siendo algunas mejores que otras.

La desidia e indolencia, apatía y holgazanería han sido un hábito en este último año. Eso significa que todo el trabajo de una época se ha diluido en ensoñaciones y videojuegos, amores perdidos que nunca se recuperarán, corazones anhelados que jamás se conquistarán y mucho tiempo adormilado, en un estado de duermevela que me permite tener un escaso control sobre la conciencia, como cuando quedan pocos centilitros de alcohol para alcanzar una embriaguez absoluta, al borde de coma etílico. Hablar de desperdicio de tiempo, y de haraganería instintiva (esto me parece totalmente contradictorio) no es una excusa para continuar y permanecer en la misma línea. Hay que buscarle una utilidad al tiempo incinerado, y ese es precisamente el aliciente, su recuperación, la sensación de que ahora redactar me cuesta tanto... Eso mismo, ha de funcionar como puro acicate de mejora, de retornar a las viejas costumbre, que una parte de mi cerebro de seguro metió en cuarentena, y que por una serie de circunstancias adversas se encargó de sustituir por unos más pretéritos hábitos inveterados, que sin duda me empeñaré en desarraigar.

Las palabras no fluyen con la naturalidad esperada, la prosa es simplista e infantil, propia de un alumno que suspende lengua castellana en tercero de ESO, y que no lee libros ni aunque se juegue en ello la vida.

Pero los cambios, y eso es cuanto me limito a emplear como moraleja de este sucinto mensaje, pueden ir encadenados si uno se obstina en que así sea, y no adapta sus conductas indeseables al nuevo entorno que lo rodea. Por ello mismo, aquí está esta entrada atestiguando el reinicio de este blog, junto con todo lo demás que ello implica. La salida de la cuarentena, el despido definitivo de las tendencias ominosas de los últimos tiempos, el abandono sempiterno del ocio degradante y de nula utilidad, todo ello representa un nuevo arrepentimiento vital, que ya ha comenzado a fraguarse en mi interior. Ha llegado, odioso y detestable pasado, el momento de pasar página, y de volver a empezar algo que nunca debí haber dejado.

Eso sí, que me quiten lo bailao.

lunes, 2 de agosto de 2010

Coprofagia.

Después de mucho exprimir mis mientes en busca de un tema que suscite interés en las inteligencias más lozanas, ladinas y avispadas, que goce de un reconociminento y admiración social entre la adocenada concurrencia que excarva entre la argamasa informativa que ofrece la ínclita red, y que, además, sea un tema susceptible de poetización por su obscena originalidad y su incontestable magnificiencia; después de haber recorrido los vericuetos más tenebrosos del placer humano como simple espectador, para llegar a recónditos rincones donde la mente se pierde en desiertos del conocimiento en los cuales me extravío errabundo sin ser capaz de hallar respuestas; después de haber visto Hungry Bitches a segmentos y con el estómago vacío, me voy a entretener hablando de la coprofagia que, dicho en términos menos sofisticados, significa comer mierda. En concreto voy a hacer una breve crítica de esa película, que tanta impresión me ha producido.

La coprofagia es una práctica muy extendida entre algunos insectos, y con menos frecuencia entre mamíferos, aves y, naturalmente, los peces. Es importante señalar que la ingestión de heces por el mundo animal (aquí excluyo a los humanos, en todo el texto voy a hacer una diferenciación entre animales y humanos, pese a quien pese) queda excusada por una función adaptativa y/o de supervivencia. En consecuencia, sería un sinsentido analizar las razones por las que lo hacen, ya que, en todo caso, pueden ser inherentes a una necesidad permanente o espontánea que pueda surgir. Por otro lado, si un elefante ingiere excrementos de otro es una destreza de la cual no me interesa el proceso de adquisición. Sin embargo, hay humanos que también comen mierda.

Hungry Bitches trata precisamente de dos muchachas que, teniendo mucha hambre, la nevera y despensa vacías, algo de imaginación, ningún escrúpulo y una depravación a prueba de bombas, deciden que lo mejor para calmar su apetito y desfogar su vesánica lujuria es depositar una buena majada sobre un inocente vaso de cristal para juguetear con el delicioso y aromático contenido, degustarlo en el paladar y, en definitiva, hacerlo llegar al estómago. He de decir que probablemente se trate solo de un artificio del director, y que las heces no son heces, sino chocolate muy espeso y que esas picarones están engañando al degenerado que se solaza con su visualización. Nada más lejos de la realidad. Todo es auténtico, y eso los transparenta el discurrir de la película. Es una película sin cortes (o eso creo, solo me sustento en los quince primeros minutos y los trozos que he visto arbitrariamente) y con una sola cámara, sin música ni angulos estrafalarios ni esas estupideces que embrutecen al buen cine porno. En el transcurso de esos primeros minutos no hay ni trampa ni cartón. Se abre una puerta de cocina cutre y con un marco que delata a un pintor novato. Entran dos mujeres que, antes de ver el vídeo, con dos cervezas son más que practicables (sin ninguna también, pero quería preservar mi dignidad). Una es rubia, algo dentona y rellenita, con el culo un tanto liso. La otra es una mulata hermosa y con un cuerpo decente. Las chicas empiezan con una romántica escena lésbica, muy estandard y apasionada. Tiene una duración aproximada de unos diez minutos. Después les entra el hambre y al ver la nevera vacía, la mulatilla le comunica una idea soez a su compañera y ésta asiente con sonrisa de complicidad y agarra un vaso. Ahí empieza todo. Insisto en que no ha habido ningún corte de cámara, así que por esa parte, si se trata de un enema anal lo que defeca, ha ocurrido una maceración formal en sus intestinos. La mulata defeca sin contemplaciones sobre el vaso (es curioso, pero no se limpia el esfínter, tampoco lo rebaña la compañera). A continuación comienzan a olfatear el manjar, pero debe estar algo reseco y áspero, quizás su espesor les era molesto, ya que la mulata se levanta, se baja de nuevo la ropa interior y orina sobre su pábulo, de modo que ahora adquiere una consistencia más líquida en su superficie. Después de escrutar su estructura, quieren reconstruirlo y le dan algún meneo con sus finos deditos, como para que la fragancia inunde la habitación y para cumplir con uno de los criterios fundamentales para todo sibarita de la cocina, la presentación. Antes de ingerir nada, la rubia comienza a tener arcadas sin necesidad de inducir al vómito mediante el acto de introducir las falanges hasta la nuez, recurso que habrán de usar más adelante ya que supongo que su soma acaba aclimatándose al espectáculo. El vómito emana con naturalidad como respuesta a una situación singular y detestable, un instinto protector defiende a la pobre rubia. Evidentemente el vómito no cae en el fregadero o en el baño, habiendo fosos más adecuados, como la boca de la mulata que desea con avidez que no se desperdicie ni una gota. He de decir que el vómito en sí incluye sus tropezones, incluso uno me pareció exageradamente grande. Puesto que el estómago de la rubia está como desbocándose, continúa expulsando jugos gastrointestinales y alimentos semidigeridos también sobre las viandas, para luego libar la mezcla en unos instantes de náusea y libertinaje parafílico. Hasta ahí pude resistir. Continué viendo la película saltándome grandes intérvalos, aunque quería ver la conclusión. En efecto, al final cogen un tazón de cereales y con la cuchara añaden la materia sólida (la mierda) que ya va escaseando, y a modo de leche, recogen el vómito del suelo que, gracias a su textura densa y algo pastosa, no les resulta complicado. Lo remueven todo bien, y les queda un mejunje abominable, viscoso y grumoso que ellas consumen con delectación, prorrumpiendo en exclamaciones placenteras y catándolo como si fuesen verdaderas someliers de las heces. Esto lo mezclan con besos, es decir, que ambas insertan una cantidad brebaje en sus bocas y se besan mientras chorrean por las comisuras de sus labios, provocando que realmente se estén dando un baño de mierda y denigrando tanto más la subliminidad del significado de los besos. Al final acaban con el cuerpo cubierto de una capa de mierda y vómito, y cachondas perdidas, en una imagen seductora y entrañable.

Está claro que una práctica de esta índole no es universal, pero sí que tiene un alcance para la compresión humana de análoga envergadura al conocimiento minorizado de las mecánicas del universo. Estas dos mujeres son famosas, han adquirido gran popularización después de que su trailer haya sido uno de los más vistos en lo que a cine pornográfico se refiere y, sin duda, habrá llegado a sus familiares y amigos, que Dios sabe cómo se lo habrán tomado. Sería curioso ver la cara de la madre de cualquiera de ellas al observar el vídeo. Asumir que un hijo come mierda a cambio de dinero (me encantaría saber la cantidad que le sufragaron por el trabajo) no es lo mismo que salir del armario, empaparse en lluvias doradas, ser protagonista de un bukkake o chupar el pene de un caballo. El casting también hubo de ser memorable, no sé si las sacarían de las chabelas o de algún estercolero. Creo que hay dos diferencias evidentes entre cualquier otra depravación y ésta, y es, en primer lugar, la gran desvalorización social que supone darse a conocer como un comedor de mierda profesional, mientras que, verbigracia, un masoquista tiene como mayor aceptación, si bien no se excluyen términos patológicos entre la población llana; en segundo lugar, diverge en los graves riesgos para la salud que entraña al poder contraer alguna enfermedad provocada por las bacterias que se crían en los intestinos, es de deducir que quien fornica con un caballo, un cerdo o una gallina, está convencido de que el animal no le trasmitirá ninguna enfermedad, además que hay medidas higiénicas que se pueden adoptar, en cambio con las heces no puedes, son desechos del cuerpo. Últimamente el cine porno continúa avanzando y cada vez se acentúan más las prácticas anales. Actrices famosas y de peso como Sasha Gray hacen ordinarieces pero sin llegar ni a aproximarse a los umbrales de la coprofagia. Se conforman con una pueril escatología y alguna penetración sobrehumana. Sin embargo a mí me ha resultado imposible ver un vídeo que ni se parezca a esto, es realmente asombroso y endurece la capacidad de permanencia en las salas más calientes de las depuradoras o las esquinas más solicitadas en las verbenas; aunque siempre persistirá la árcada, ahora sabes que hay algo peor que ver y oler: el sabor, y sin necesidad de haberlo probado.

Después de casi un año sin escribir nada en el blog, me vuelvo a encontrar con fuerzas y tiempo. Han pasado muchas cosas ciertamente, pero he creído que lo más apropiado para retomar la andadura es hablar de cosas repugnantes, porque a veces es mejor comenzar desde lo más bajo. No habrá nada peor, o más asqueroso si se quiere, en las próximas entradas.

Protesto una vez más porque estos blogs no dejan utilizar comillas.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Progresión de producciones de humo.

Hace aproximadamente una semana Jacobo Martín lanzó su nuevo corto a la red. Matarife Insulino, su otra producción hasta el momento, ya fue citada desde aquí. La nueva, Un día espléndido... Confesiones de un asesino, ha logrado satisfacerme y sorprenderme. Quiero puntualizar, antes de que se me juzgue como alguien al acecho por aprovechar una oportunidad con la que echarse flores, que mi participación en la elaboración del guión ha sido nimia, insignificante.

El nuevo trabajo está centrado en un homicidio, en la misma vertiente que su predecesor. Sin embargo, no se trata de un asesinato injustificado o, por ser más correcto, un asesinato del cual desconocemos sus causas. Esta vez hay una narración del personaje donde expone los motivos que sin demasiada reflexión ni remordimiento ni argumentos en contra le han incitado a perpretar el crimen (¿atroz o equitativo?) contra un amigo, llegando a ser, al menos desde el guión, casi fratricidio. Para que no se diga, voy a comentar los aspectos que desde mi punto de vista personal me han parecido débiles y susceptibles de depuración. En primer lugar, considero exceso de sentimentalismo las imágenes adoptadas de la segunda guerra mundial. Hay una explotación hiperbólica del holocausto, algo reiterado y memorizado, que con cierta pesadumbre dolorosa seguimos viendo. Contribuye a engrosar el repertorio. Que con trágicas imágenes incrustadas se invoque la rabia y la tristeza, no quiere decir que no sea un comodín demasiado machacado, y por lo tanto no me parece un acierto. En segundo y último lugar, opino que no se alude al vínculo existente entre asesino y víctima, más que de soslayo, lo cual hace perder fuerza a unos de los pilares más importantes: a saber, la renuncia a la amistad tanto por el sentido de la moral como por el de la justicia. Por lo demás, valoro que en su conjunto es una película que supera sus restantes objetivos: impactar con la sucesión de imágenes y acompasarlas con la banda sonora, que de un único actor salga una buena y creíble interpretación, que no haya nada que desentone y, sobre todo, la aplicación de una ley moral propia sin contemplaciones, el tenebroso cruce donde chocan principios fundamentales del hombre, como son el derecho per se a la vida contra la obligación a aplicar muerte, al comprobar como por egoísmo un individuo es capaz de vulnerar lo más fundamental de la existencia humana: la dignidad y la libertad. Y todas las controversias que estriban en ese dilema.

No es dramática, o no pretende el director que sobresalga esa emoción sobre las demás. Es original y vertiginosa, entretenida, de ardua elaboración, bien esculpida, sin dar pie al enternecimiento, despiadada. La recomiendo, son cinco minutos que no serán desperdiciados. Reclamaciones en comentarios.

En la página web se pueden comprobar los demás trabajos y hallar el enlace que dirige a su publicación en el Youtube, así como mantenerse informado sobre nuevos proyectos en caso de que surjan. Siendo así, esta es la dirección:
http://www.cobofilms.com

Desde aquí, mi más sincera enhorabuena. Van por el buen camino.

martes, 1 de diciembre de 2009

Pasión por la música.

Han presenciado hoy mis ojos la imagen más infame y soez que puede contemplar el ser humano a través de un ya de por sí repulsivo aparato de televisión. De buena mañana, mientras degluto mis insípidos cereales integrales empapados de agua con colorante cálcico (acepción eufemística: leche desnatada), pensando en que me quedan solo cuatro cortos días para el prolongado fin de semana que se aproxima, saboreando en mis sinapsis neuronales la dulzura del reconfortante trabajo que desempeño, y con cierta ansiedad microbiana por pegarle de una vez por todas cuatro caladas a un reflexivo cigarrillo matutino, en suma, disfrutando de la vida así como me lo permiten las directrices que me he impuesto, es entonces, cuando me anonadan, vía electrodoméstico imprescindible, un grupo de sanguijuelas enarbolando una serie de pancartas en las que rezan las protestas más deshonestas y falaces de cuantas pueda idear el rincón más estúpido de nuestra sociedad culta. Antes de nada, tendré que puntualizar que no he visto más que el titular de la noticia, pues tras ver el patetismo exacerbado de nuestro país, reflejado solo en parte en los boletines informativos, me ha persuadido magnéticamente un canal donde una mujer de voluptuosos pechos, labios y Dios sabe que más, de silicona, intentado convencerme de que tendré suerte si telefoneo antes de que se acabe el tiempo. Cierto es que tienta más llamar para proferir excesivas obscenidades, mientras se sostiene un aparato en cada en mano. Tan motivado se encuentra uno al alivio placentero de tan buena mañana. Mas, dejando de lado estas digresiones peliagudas, quería referirme a que he visto, en aquel miserable resumen de noticias mañanero, al imperecedero Loquillo seguido de un numeroso séquito aglutinado de cavernícolas gilipollas y despistados, que no saben moverse por el mundo si no es robando. Analizando someramente la ínclita figura de Loquillo, ese hombre que tanto ha contribuido a la exaltación musical de este país ya degradado en cualquier aspecto cultural, he de confesar lo siguiente: He escuchado alguna canción suya. En lo referente a los cantamañanas que le respaldaban en tan honrosa denuncia, no conozco a ninguno de ellos. Ahora me pregunto ¿Por ventura me debe importar un carajo, aunque sea solo un puto carajo, lo que esta gentuza lamentable y depravada tengan que reprocharnos? Dicen <<>> Hijos de la grandísima puta, si estáis cobrando a los barberos por encender la radio, que eso ya me parece tan irrisorio como vender botellines con fragancia de excremento de gorila, si es que en la radio se dignan a enchufaros, cosa que dudo. Os estoy pagando cada trocito del papel higiénico, que utilizáis para limpiaros vuestro impoluto culo, mediante cánones digitales y estafas por el estilo ¿Y por añadidura tenéis el descaro de intentar que me sienta culpable? Que sepáis que el buen músico vive de sus conciertos, mirad a los grandes intérpretes del jazz, del blues, a la música clásica. Si no hacéis conciertos es porque no gustáis, no le deis más vueltas, es así. Y sin esos clicks dementes que realiza parte de la población, quizás no hayáis pensado que vuestra popularidad sería nula, y encima os quejáis ¿Pensáis que algún descarriado del mundo iba a comprar alguna de esa basura con la que vosotros menospreciáis al concepto cultura musical? Suficiente tengo ya con el vertedero político y cinematográfico español como para que ahora los cantantes de un verano me vengan con cara de inocente dañado, de honor mancillado, de plañidera de funeral, suficiente tengo, os digo, con todo lo que corroe este mundo para escuchar vuestros lloriqueos y pucheros, que no me la dais, vuestra luctuosa facha no me convence, menos aún después de cerciorarme de que os lleváis rentas por el simple hecho de haber producido música la cual gozó algo de éxito en un corto período histórico determinado. Putrefactos y anacrónicos, inoperantes, embusteros, que estoy yo cobrando en un mes lo mismo que vosotros por producir media canción (si se le puede llamar canción). Que la música no es el negocio que vosotros pretendéis que sea, indecentes y profanos, que es arte, y en el arte no sois vosotros los que mandáis, si no el que se solaza con él. Pero como he dicho, vosotros de artistas tenéis lo que yo de guapo, y es por eso, que no comprendéis que Sanseacabó. O se cambia el concepto o nada.

Y a todo esto ya acabo haciéndoos una pregunta. Vosotros sabéis que cobráis por cada CD vírgen que compro, aunque lo rellene con Robert Jhonson o algún grupo de los años de María Castaña y de procedencia americana normalmente, sabéis que aunque incluya un simple documento de Word escrito por mí también me estáis cobrando, y yo os pregunto ¿Por qué he de ser yo el que os otorgue concesiones?

jueves, 22 de octubre de 2009

Ojo a la nota.

No tengo buena memoria, pero se cumplía el plazo de entrega hoy. Por tanto hace 15 días que fui a tomar prestados los libros de Fortunata y Jacinta, y Sonata de Otoño/ Sonata de Invierno de la biblioteca. Sobre las sonatas no tengo mucho que decir, ciertamente ni me llegaron a gustar mucho. Una historia de amor sin demasiadas emociones. Eso sí, es Del Valle-Inclán, un peso pesado, la prosa es preciosa. Pero a lo que yo iba es al primero. Es casi un mamotreto dividido en dos volúmenes, muy recomendable, una pasada. Cuando me lea los cuatro libros de Montero Glez y algunos de García Márquez que tengo en el tintero, profundizaré en la obra de Pérez Galdós. Me encanta como escribe y la época en que vivió, de absoluta crispación e inestabilidad política. El sexenio Revolucionario, la primera República, las guerras Carlistas, el grandioso Amadeo de Saboya. Una época muy movidita sí señor, y tiene Galdós los Episodios Nacionales que creo que arrancan al principio de siglo para finalizar en los 90 del mismo (de esto no estoy muy seguro). he leído en el wikipedia que es una recopilación de diferentes novelas con una visión, según dicen, particular de la historia. Le daré caña. Aunque comenzaré con Memorias de un desmemoriado.

Pero no me quiero ir por los cerros de Úbeda. Y mi intención era a protestar por el patetismo de algunos editores. No sé si es para demostrar que se han leído la obra, o para exhibir su erudición sobre la misma, pero en las notas al pie de página se empecinan en adelantar acontecimientos de suma importancia y te previenen de los giros en lo que viene siendo una novela emocionante. Esto solo me ha pasado con la editorial Cátedra en los libros escritos originalmente en lengua castellana (que recuerde: Rayuela y este); también con Rojo y Negro de Stendhal. Las introducciones recomiendo ni leérselas; comencé con la de Rayuela y viendo el panorama lo dejé porque es que se le veía venir. Lo que peor me cae es que las notas son muy útiles, pero en algunas comienzas a leer la nota 76 y de pronto, en medio de la prólija parrafada, escupen una frasecilla, te anticipan algo para acabar con un "como se verá más adelante" y continúa con la información que estaba uno buscando, que normalmente es una aclaración sobre un acontecimiento histórico en este caso. Pues vaya hombre, una de las mejores obras realistas en castellano y vienes tú a decirme que esto y esto otro sucederá a medida que avance. Venga ya. Eso es sacrilegio, un asesinato, a ese tío tendrían que encarcelarlo, no hay derecho. Pues nada, quien lea esto, ya está prevenido.