Mientras leía Escritos de un viejo indecente o La máquina de follar (ahora no recuerdo en cual) de Charles Bukowski, apareció el nombre de Camus, hasta entonces desconocido para mí. Parecía casi elogiarlo. Llamó mucho mi atención, por mor de que Bukowski no es muy dado a recomendar a otros escritores. Sin embargo de éste y a otros que ya había leído, y como algo insólito en todos sus libros, al final de un relato, aconseja su lectura. Más tarde, en un libro que versa sobre la vida y obra de Jean-Paul Sartre y que incluye Reflexiones sobre la cuestión judía al completo, vuelve a citarse Albert Camus. Por lo que se relata, tuvieron una desafortunada relación provocada porque Sartre no hizo los comentarios de una nueva de Camus, y este le envía una misiva o publica un artículo desencantado por su amistad, a lo que Sartre responde algo así como que, visto lo visto, estaban abocados a desentenderse. Además, en ese mismo libro se le cita como premio Nobel de literatura en 1957. Busqué por Wikipedia, y lo hallé, me atrajo todo el contenido, así que tocaba investigar por internet a ver las ediciones de sus libros en castellano.
Existe en Alianza editorial una recopilación de sus obras divididas cronológicamente en dos volúmenes. El primero incluye El derecho y el revés, Nupcias, El extranjero, El mito de Sísifo, Calígula y Carnets I. La segunda no he podido encontrarla, pero creo que consta de varias obras teatrales (quizás se encuentre la adaptación teatral de Los demonios o Los poseídos (el título depende de la editorial, que traducen como les da la gana) de Dostoievski, entre otras) y Carnets II y III. Esta recopilación es relativamente alta de precio, rondando los 30 euros cada uno, y además tanto El derecho y el revés como Nupcias -especialmente el segundo- son muy descriptivos, sin haber un argumento concreto, y para rizar más el rizo, para aquel lector que le guste degustar la prosa, Camus en su prefacio de una edición ulterior a la primera y hasta entonces única de El derecho y el revés, escribe que le encuentra torpezas artísticas y que no suple sus exigencias.
Así, mi recomendación se limita a lo siguiente: El extranjero. Se puede comprar individualmente. Es un sublime libro simbólico de corta extensión, con una prosa lacónica y que sumerge y atrapa al lector en sus páginas hasta tal punto que es imposible detenerse o dejar de pensar en él hasta que se ha terminado. Dechado de existencialismo y absurdo en particular - filosofía de lo absurdo que tan brillantemente desarrolla en El mito de Sísifo, ensayo filosófico- un hombre está completamente decepcionado con la vida y ha logrado asumirla sin dolor, ni nostalgia, ni alegría, ni inquietudes. Recuerda, sin lugar a dudas, a El proceso de Kafka, tanto por la prosa como por lo absurdo en sí (entiéndase aquí absurdo como término filosófico). Puedo anticipar que el libro comienza con la muerte de su madre, y ya en la segunda o tercera página se observa su total indiferencia por eso y por todo, es como si más que hombre fuese piedra dejada caer y que rueda así como puede, tiene dosis de humor, da para reflexionar (por muchas razones como la justicia, la ley, la moral, la amistad, el sentido de la vida, el vago concepto de felicidad) y estimula a leerse El mito de Sísifo, que he comenzado ahora y es, sin rodeos, espectacular. Por otro lado, en El extranjero incita implícitamente a una segunda lectura, para llegar a comprender todo lo que abarca en sus pocas páginas y entender la decadencia e impasibilidad del protagonista, un tipo insensible a los sentimientos, pero al que el calor no le sienta bien en absoluto y que vive en Argel.
Finalmente, Camus también tiene otra obra de gran influencia que no he podido hallar en castellano. La peste. Intentaré buscar, pero yo por mi parte no la he encontrado por ningún sitio.
sábado, 6 de junio de 2009
jueves, 4 de junio de 2009
Nota sobre las elecciones europeas.
Este domingo se celebran los comicios para la elección de un aspirante a representante de España frente al parlamento europeo. He intentado valorar las distintas propuestas de los diversos partidos que presentan candidatura. De momento, y pecando de no leer los diarios, no he visto ninguna propuesta propiamente dicha. Todos los argumentos se fundamentan en que si votas al otro, harás mal para los intereses comunes, porque son gente que derrocha el dinero público en seguridad para unos y trajes para otros. Pero también hay otras opciones, que resultaría gravemente osado apoyar, por un absoluto desconocimiento de su representante.
El principal problema para el votante pasivo y descolorido, y que ostenta con amplia sonrisa una absoluta indiferencia por la deplorable vida política de este país, es que no le llega nada desde las chispas, posiblemente si se profundiza más en la materia, se halle alguna respuesta. Yo no lo sé, soy votante pasivo y descolorido. La propaganda electoral envíada al hogar, aquí al menos, se ha limitado a una carta con unas 10 líneas en letra negrita, donde no se aporta nada, y acompañada por el sobrecito para tener el voto listo el día de las elecciones, y así no perder tiempo en la cabina. En efecto, tan solo los dos partidos protagonistas de la bipolarización son los que se han dignado a enviarla, los demás no cuentan con suficiente presupuesto, quiero creer.
Insto desde aquí a cualquiera que por mera casualidad se haya topado con este mensaje, que no vote a ninguno de esos dos repugnante partidos. No son nada. Votarles es como votar al humo. Pero no es que me preocupe el hecho de que gane uno u otro, el lector perspicaz puede colegir que hay sectores de un electorado más sensibles a dejar de votar que otros más fieles a tal partido. No. Es que están tan confiados en que ellos son los reyes de la fiesta, que ya ni se preocupan en mostrar aunque sea un poco luz, una propuesta, algo, un principio, una idea. Pero es que nada de nada. Está claro, si después de estas elecciones uno de esos dos partidos se hace con la victoria, es que vivimos en una sociedad mayoritariamente ignorante y fanatizada. Aunque ya anticipo que no me llevaré ninguna decepción si se corroboran mis sospechas, la gente vota a estos o estos otros por pura inercia. Somos, por ende, unos absolutos palurdos.
Yo voy a hacer propaganda de un método de voto que creo no se practica tanto como se debería. Voy a mojarme. Eliminaré esos dos partidos y al azar escogeré cualquier otro, la opción del voto en blanco estará presente. Lo más probable es que le pida a mi hermano que diga un número del 1 al X y el que salga se llevará mi voto. Suerte.
El principal problema para el votante pasivo y descolorido, y que ostenta con amplia sonrisa una absoluta indiferencia por la deplorable vida política de este país, es que no le llega nada desde las chispas, posiblemente si se profundiza más en la materia, se halle alguna respuesta. Yo no lo sé, soy votante pasivo y descolorido. La propaganda electoral envíada al hogar, aquí al menos, se ha limitado a una carta con unas 10 líneas en letra negrita, donde no se aporta nada, y acompañada por el sobrecito para tener el voto listo el día de las elecciones, y así no perder tiempo en la cabina. En efecto, tan solo los dos partidos protagonistas de la bipolarización son los que se han dignado a enviarla, los demás no cuentan con suficiente presupuesto, quiero creer.
Insto desde aquí a cualquiera que por mera casualidad se haya topado con este mensaje, que no vote a ninguno de esos dos repugnante partidos. No son nada. Votarles es como votar al humo. Pero no es que me preocupe el hecho de que gane uno u otro, el lector perspicaz puede colegir que hay sectores de un electorado más sensibles a dejar de votar que otros más fieles a tal partido. No. Es que están tan confiados en que ellos son los reyes de la fiesta, que ya ni se preocupan en mostrar aunque sea un poco luz, una propuesta, algo, un principio, una idea. Pero es que nada de nada. Está claro, si después de estas elecciones uno de esos dos partidos se hace con la victoria, es que vivimos en una sociedad mayoritariamente ignorante y fanatizada. Aunque ya anticipo que no me llevaré ninguna decepción si se corroboran mis sospechas, la gente vota a estos o estos otros por pura inercia. Somos, por ende, unos absolutos palurdos.
Yo voy a hacer propaganda de un método de voto que creo no se practica tanto como se debería. Voy a mojarme. Eliminaré esos dos partidos y al azar escogeré cualquier otro, la opción del voto en blanco estará presente. Lo más probable es que le pida a mi hermano que diga un número del 1 al X y el que salga se llevará mi voto. Suerte.
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