miércoles, 27 de mayo de 2009

Entre pitos y berridos.

Entre pitos y berridos fumo un cigarro entristecido por los méritos de alguien ¿Se tratará de la envidia? No, no es ella una de mis pocas pasiones, entre las que se hallan una especie de odio que no sé si sabré explicar.

Simplemente con ver su jubilo y alegría siento náuseas. Simplemente por su modo de celebrar cualquier éxito siento repugnancia. Simplemente por contemplar su sonrisa giro la cara y cambia de tema mi mente. Estaba sentado en un taburete, muy incómodo él, y con mis fofos brazos acodados en una mesa alta algo húmeda que causaba algún resbalón inoportuno. Prestaba más atención a cualquier teta bien puesta, y a cualquier hembra de 18 a 19 que a esos enegúmenos que buscaban incesamente colar un cacho de cuero esférico lleno de aire en un rectángulo unas 100 veces mayor y protegiendo esa apocalipsis un holandés de casi 2 metros. No llegué a comprender la alegría, pero sí la atribulación por su victoria, pues no hay motivo, por muy superficial que sea, para experimentar sensaciones agradables por un deporte. Oigo voces, estentóreas, tatarean una estúpida e ininteligible canción, se pasean por la calle con unas pocas cervezas de más y, mientras tanto, mientras ellos se abrazan a un polvo de una noche, que da lugar a masturbarse durante un par de días, yo me pregunto ¿De qué vas? Hijo de puta. Tu pasión, por muy grande que sea, no justifica tanto cuanto acaece, y tanto cuando se sufre, para ahora tener que oir tus jadeos alguien a que, en el fondo, le trae sin cuidado. Mi cigarro se apaga ¿Me bebo otra cerveza? Ni con cuatro puedo dejar de descargar este asco que me subyuga y esta pasividad por ello que tanto me embarga. Cohetes, gritos, canciones escuchadas hasta la saciedad, viscosidad inmunda, surgen indemnes, y hacen historia ¿Y mientras? Mientras, yo escribo un sinsentido, mientras unos follan, mientras otros combaten sus contratiempos vitales, mientras pensamos que por esto la pluma del mundo ha dejado escrito algo de peso para la posteridad.