domingo, 28 de agosto de 2011

Reiniciando.

No han sido pocas las veces que he insistido en mi vuelta a la escritura mediante este blog, donde se han comentado sobre todo temas absurdos. La tónica, espero, no será muy distinta a la adoptada en los últimos años, en las sesenta y pico entradas que me ocupé en redactar, siendo algunas mejores que otras.

La desidia e indolencia, apatía y holgazanería han sido un hábito en este último año. Eso significa que todo el trabajo de una época se ha diluido en ensoñaciones y videojuegos, amores perdidos que nunca se recuperarán, corazones anhelados que jamás se conquistarán y mucho tiempo adormilado, en un estado de duermevela que me permite tener un escaso control sobre la conciencia, como cuando quedan pocos centilitros de alcohol para alcanzar una embriaguez absoluta, al borde de coma etílico. Hablar de desperdicio de tiempo, y de haraganería instintiva (esto me parece totalmente contradictorio) no es una excusa para continuar y permanecer en la misma línea. Hay que buscarle una utilidad al tiempo incinerado, y ese es precisamente el aliciente, su recuperación, la sensación de que ahora redactar me cuesta tanto... Eso mismo, ha de funcionar como puro acicate de mejora, de retornar a las viejas costumbre, que una parte de mi cerebro de seguro metió en cuarentena, y que por una serie de circunstancias adversas se encargó de sustituir por unos más pretéritos hábitos inveterados, que sin duda me empeñaré en desarraigar.

Las palabras no fluyen con la naturalidad esperada, la prosa es simplista e infantil, propia de un alumno que suspende lengua castellana en tercero de ESO, y que no lee libros ni aunque se juegue en ello la vida.

Pero los cambios, y eso es cuanto me limito a emplear como moraleja de este sucinto mensaje, pueden ir encadenados si uno se obstina en que así sea, y no adapta sus conductas indeseables al nuevo entorno que lo rodea. Por ello mismo, aquí está esta entrada atestiguando el reinicio de este blog, junto con todo lo demás que ello implica. La salida de la cuarentena, el despido definitivo de las tendencias ominosas de los últimos tiempos, el abandono sempiterno del ocio degradante y de nula utilidad, todo ello representa un nuevo arrepentimiento vital, que ya ha comenzado a fraguarse en mi interior. Ha llegado, odioso y detestable pasado, el momento de pasar página, y de volver a empezar algo que nunca debí haber dejado.

Eso sí, que me quiten lo bailao.