martes, 1 de diciembre de 2009

Pasión por la música.

Han presenciado hoy mis ojos la imagen más infame y soez que puede contemplar el ser humano a través de un ya de por sí repulsivo aparato de televisión. De buena mañana, mientras degluto mis insípidos cereales integrales empapados de agua con colorante cálcico (acepción eufemística: leche desnatada), pensando en que me quedan solo cuatro cortos días para el prolongado fin de semana que se aproxima, saboreando en mis sinapsis neuronales la dulzura del reconfortante trabajo que desempeño, y con cierta ansiedad microbiana por pegarle de una vez por todas cuatro caladas a un reflexivo cigarrillo matutino, en suma, disfrutando de la vida así como me lo permiten las directrices que me he impuesto, es entonces, cuando me anonadan, vía electrodoméstico imprescindible, un grupo de sanguijuelas enarbolando una serie de pancartas en las que rezan las protestas más deshonestas y falaces de cuantas pueda idear el rincón más estúpido de nuestra sociedad culta. Antes de nada, tendré que puntualizar que no he visto más que el titular de la noticia, pues tras ver el patetismo exacerbado de nuestro país, reflejado solo en parte en los boletines informativos, me ha persuadido magnéticamente un canal donde una mujer de voluptuosos pechos, labios y Dios sabe que más, de silicona, intentado convencerme de que tendré suerte si telefoneo antes de que se acabe el tiempo. Cierto es que tienta más llamar para proferir excesivas obscenidades, mientras se sostiene un aparato en cada en mano. Tan motivado se encuentra uno al alivio placentero de tan buena mañana. Mas, dejando de lado estas digresiones peliagudas, quería referirme a que he visto, en aquel miserable resumen de noticias mañanero, al imperecedero Loquillo seguido de un numeroso séquito aglutinado de cavernícolas gilipollas y despistados, que no saben moverse por el mundo si no es robando. Analizando someramente la ínclita figura de Loquillo, ese hombre que tanto ha contribuido a la exaltación musical de este país ya degradado en cualquier aspecto cultural, he de confesar lo siguiente: He escuchado alguna canción suya. En lo referente a los cantamañanas que le respaldaban en tan honrosa denuncia, no conozco a ninguno de ellos. Ahora me pregunto ¿Por ventura me debe importar un carajo, aunque sea solo un puto carajo, lo que esta gentuza lamentable y depravada tengan que reprocharnos? Dicen <<>> Hijos de la grandísima puta, si estáis cobrando a los barberos por encender la radio, que eso ya me parece tan irrisorio como vender botellines con fragancia de excremento de gorila, si es que en la radio se dignan a enchufaros, cosa que dudo. Os estoy pagando cada trocito del papel higiénico, que utilizáis para limpiaros vuestro impoluto culo, mediante cánones digitales y estafas por el estilo ¿Y por añadidura tenéis el descaro de intentar que me sienta culpable? Que sepáis que el buen músico vive de sus conciertos, mirad a los grandes intérpretes del jazz, del blues, a la música clásica. Si no hacéis conciertos es porque no gustáis, no le deis más vueltas, es así. Y sin esos clicks dementes que realiza parte de la población, quizás no hayáis pensado que vuestra popularidad sería nula, y encima os quejáis ¿Pensáis que algún descarriado del mundo iba a comprar alguna de esa basura con la que vosotros menospreciáis al concepto cultura musical? Suficiente tengo ya con el vertedero político y cinematográfico español como para que ahora los cantantes de un verano me vengan con cara de inocente dañado, de honor mancillado, de plañidera de funeral, suficiente tengo, os digo, con todo lo que corroe este mundo para escuchar vuestros lloriqueos y pucheros, que no me la dais, vuestra luctuosa facha no me convence, menos aún después de cerciorarme de que os lleváis rentas por el simple hecho de haber producido música la cual gozó algo de éxito en un corto período histórico determinado. Putrefactos y anacrónicos, inoperantes, embusteros, que estoy yo cobrando en un mes lo mismo que vosotros por producir media canción (si se le puede llamar canción). Que la música no es el negocio que vosotros pretendéis que sea, indecentes y profanos, que es arte, y en el arte no sois vosotros los que mandáis, si no el que se solaza con él. Pero como he dicho, vosotros de artistas tenéis lo que yo de guapo, y es por eso, que no comprendéis que Sanseacabó. O se cambia el concepto o nada.

Y a todo esto ya acabo haciéndoos una pregunta. Vosotros sabéis que cobráis por cada CD vírgen que compro, aunque lo rellene con Robert Jhonson o algún grupo de los años de María Castaña y de procedencia americana normalmente, sabéis que aunque incluya un simple documento de Word escrito por mí también me estáis cobrando, y yo os pregunto ¿Por qué he de ser yo el que os otorgue concesiones?