lunes, 9 de febrero de 2009

Cimientos decadentes.

Inmersos en plena crisis, después de haber explotado los recursos de nuestro planeta, de haber arrasado con bosques, selvas, especies y culturas, no nos preocupa nada más que si tendremos para comer mañana, si el microcosmos sobre el que subsistimos de esta forma deplorable continuará sustentándonos con su ocio y su comodidades. Leemos los periódicos, y sale siempre a colación en conversaciones, sean del tipo que sean, sean de los intelectos que sean, la crisis mundial por la que hemos comenzado a atravesar, y que según dicen esto no es más que el principio. Se cae la banca, los políticos mienten y escurren el bulto, el arte y el espectáculo permanecen impertérritos ante la aberración y la población se emboba mirando las producciones de hollywood y los trajes de Gucci. No llueve sobre mojado. Esto dicen que era previsible, sin embargo, no se pusieron medidas para paliarlo, sino para retrasarlo. Era destino indefectible. Ahora nos preocupa salir de este berenjenal en que andamos metidos, pero quizás este bache sea más hondo de lo que pensamos, mucho más profundo de lo visto hasta el momento, y sea la hora de comenzar a poner los puntos sobre las íes.

El capitalismo ha aportado numerosos benefecios a la humanidad, solo hay que ver la vertiginosa evolución científica e ideológica en los últimos 120 años. Somos resultado de la revolución francesa, de las ideas de Rousseau, su ulterior aplicación en los Estados Unidos de Norteamérica y del sistema económico de Adam Smith, y sin olvidar el punto de desarrollo más importante cuando produjo la muerte de Dios a manos de Nietzche. Muere Dios y se acabaron las barreras, no hay nada ni nadie que detenga el avance de la sociedad occidental, hasta que en la segunda guerra mundial pusimos los pies en el suelo y optamos por ser más moderados. Ni 3 siglos han hecho falta para que se dé un desarrollo en comunicaciones y transporte asombroso, mientras que la edad media nos tuvo parados precisamente por la censura y la acérrima confianza en la Iglesia, más bien por la fuerza, hay que suponer. Hemos visto como en el siglo XX se ha avanzado inconmensurablemente más rápido que en cualquier otra era humana, pero ¿A costa de qué? No hace falta especificarlo. Hay una superpoblación en el planeta, y eso es lo que interesa, aunque en Somalia se los coman las moscas. Esta marabunta humana que devora y arrasa con todo a su paso, necesita fuentes, no hay modo de hibernación, se necesita alimentar a toda costa. Producimos, fabricamos, servimos, consumimos, valoramos y de brazos cruzados esperamos que los políticos hagan por nosotros lo que nos da pereza hacer, pero se nos olvida que por más poder que ellos tengan, están subyugados a los señores de sombrero de copa, güisqui y habano en mano, que miran por su bienestar, más que por el de los demás. Y aquí seguimos. Toda época tiene fin, y es cuanto menos inesperado, teniendo en cuenta esa inaudita consecuencia en todo el paso del tiempo, donde en 25 años se cuecen acciones e ideas que arrollan como huracán. 25 años no son nada. Pero parece que aquí nada se está cociendo, no al menos en la gran mayoría, esa gran masa hipnotizada que incapaz de mirar en derredor, traga y traga. Habrá que esperar la catastrofe para poner cartas en el asunto, y Dios sabe quién será el que tenga una buena mano, la masa lleva un Pedrete, que de nada le servirá, por mucho faroles que se eche. Establézcanse analogías entre la evolución del año 0 a 1600, -ya con el renacimiento, y trasluciendose alguna carta sellada sobre ilustración y libertad entendida como individualismo- y la evolución de los años consiguientes, estamos dando una diferencia de 1200 años. Antaño sería impensable que sucediera algo como lo que ha sucedido ahora, siendo en 1200 años menos, un avance tan inmenso. Pero aun se puede rizar más el rizo, de 0 a 1789 año de la revolución francesa. Ya son 220 años, 1569 de diferencia, y así y todo el desarrollo continúa aplastando al otro. Así, no sería dispartado presagiar que al igual que los avances han sido tan raduos, el fin de este sistema puede llegar a su misma velocidad. Pero parece que nadie se lo cuestiona, a lo más que llegamos es a documentales sobre conspiraciones fantasmales y crueles y verdades incómodas. Eso es todo. Asentimos y nos resignamos. Eso es todo.

Los métodos de entretenimiento y las comodidades no son más que inyecciones analgésicas, como dije en el anterior escrito, y no nos percatamos de lo que nos rodea. La ciencia ha evolucionado de modo asimétrico al hombre, aunque "Si la ciencia es parte del hombre, es invención del hombre ¿Qué nos está contando, ingenuo?" Muy sencillo caballero, las grandes empresas investigan y subvencionan avances que acaban adentrándose paulatina o bruscamente en la sociedad. Estas novedades son acogidas con gusto por parte del usuario, que las ve una comodidad más que una ponzoña y de esto pecamos todos los que nos lo podemos permitir. No sabemos como funciona, no sabemos repercusiones a largo plazo, no sabemos que es la ciencia y lo poco que sabemos, visto desde las línea de la ciencia actuales no es nada, porque nada es categórico, todo entra en entredicho; el historicismo, caduco, su hermano el positivismo putrefacto, la gravedad ya no nos sirve, la relatividad obsoleta, la cuántica "Sí, todo a tela de juicio". La ciencia ha evolucionado de modo asimétrico al hombre. "Pero bueno, qué descaro, me sales con filosofía, estamos hablando de ciencia ¿Qué me dices de la tecnología, ignorante?" Aunque no hacía falta llegar al insulto, le contestaré como pueda. La tecnología apunta al control y vigilancia ¿No tienen acaso control sobre nuestras visitas a las páginas, no saben lo que escribo, no saben lo que hago? Sí, tienen control ¿Porqué nos controlan? La pederastia es un buen ejemplo, cubren así factores morales de primera necesidad y son héroes de esos pobre niños. Pero tampoco hay que olvidar que el control se supedita a la libertad ¿Necesito yo ser controlado? ¿Y tú lector? No creo que sea necesario. Por otro lado, ya que el hecho de ser controlado puede refutarse con un "Eso son paranoias tuyas, tampoco es para tanto, y realmente no sabríamos porqué se hace amén de la prevención", por otro lado, como decía, el desarrollo tecnológico implica mayor inversión, y a su vez, mayor explotación de recursos, con todo lo que deriva de ello. Está claro que el dinero no crece en los almendros, en este sistema decadente es todo un entramado, donde se depende desde que se vendan unas deportivas de marca cualquiera, hasta la producción de coches que funcionan con combustible biológico, para que se puedan acelerar unas particulas y así poder explicar la dudosa teoría del Big Bang. Si las deportivas pasan de moda (espero que se entienda la alegoría), habrá un agujero en el entramado, agujero que seguirá creciendo y creciendo, y parece ser que ahora está creciendo más que nunca. Está claro que aprovecharse de la tecnología no significa saber como funciona y todo lo que ella arrastra tras de sí. Además, el desarrollo tecnológico ha aportado a la población media, y en general, mayores comodidades, pero también la ha adocenado sobremanera y la ha vuelto conformista, e ignorante de lo caro que puede salir hablar por un teléfono o conectarse a internet. Lo estamos viendo, y la tecnología ha puesto su grano de arena. No obstante, no hay nada por lo que culpar a la tecnología, ha aportado más de lo que ha quitado, y si alguien nos salvará será ella. Pero no me puede negar que la tecnología ha evolucionado asimétricamente al hombre, y que no se le saca el partido de modo suspicaz y efectivo, salvo una minoría exigua. Creo que quedará claro con un ejemplo: el empresario que en su sillón de cuero se rasca la barriga y le da una calada a un puro, no mira porque esa contribución tecnológica sea tan positiva como aparenta sino que contempla maravillado y orgulloso en la pantalla de su ordenador los ingresos apabullantes de su empresa. Pero claro, nosotros se lo agradecemos, le agradecemos que nos deje móviles a precio de ganga, con cámara de fotos, de vídeo y bluetooth, le agradecemos que nos construya carreteras, le agradecemos que cada día podamos comer gracias a la afloración de los nuevos comercios, más grandes, más variados, más baratos y eficaces. Muchas gracias señor empresario, realmente ahora vivo mejor. Él también vive mejor, incluso se aprovecha de su propia producción, tan fructífera y útil. Gracias consumidor. Pero ahora resulta que parece que algo falla, que no todo es tan bonito como parecía, los gobiernos ya procuran tapar el monstruo que nos devora con delectación, sacando a la luz corrupciones, acciones de fomento irrisorias o depositando esperanzas en líderes negros, que de seguro van a continuar igual, que poco harán, pero al ser negros como que <>. En efecto, nos dan papilla, y solo unos pocos saben lo que han triturado. Por lo tanto, partiendo del punto de que el hombre anda perdido en un mundo de tubos de ensayo, luces y acero inoxidable, donde se ve como una hormiguita indefensa y plañidera, y que para colmo de males se estresa y le tratan con ciencia psicológica, saliendo desde ahí debemos inferir que a alguien le beneficia que estemos embobados, nadie pone cartas en el asunto de la incultura predominante, macho de esta manada de lemmings. Pero claro, ahora ser culto no significa tener altos conocimientos de lógica, o de analítica, o hacer diatribas filosóficas, o tener altos conocimientos de historia o literatura. Ahora el culto sabe de cine, conoce los tejemanejes del séptimo arte, además sabe manejarse a la perfección por internet y tiene mucha y buena elocuencia. El culto clásico está mal visto, porque ¿A quién le interesa divagar sobre temas del pasado, si al fin y al cabo el desarrollo ha sido tan rápido? Pero ahora, el no haber tenido una mentalidad crítica, el habernos conformado con los 1200 euros de sueldo, y con desembolsar más del 50% mensualmente para sufragar la hipoteca, con la bipolarización política (por no llamarla unipolarización), con la programación repugnante, con los ídolos que no saben más que imitar y actuar y componer alguna canción decente de tanto en cuanto, ahora que nos hemos conformado con eso, y que hemos arrastrado y exprimido los recursos del planeta, brota una crisis económica a escala mundial; y lo peor de todo: que no parece haber salida, no a la crisis, que encontrarán modo de atenuarla, sino a estos cimientos decadentes sobre los que estamos tan cómodamente desplomados, precisamente no por la falta de propuestas, que haberlas haylas, sino por no haberlas escuchado.

Finalmente, lo que es más triste de todo, es que los medios de comunicación, única vía de información de los dormidos, no se centran en críticas al sistema propiamente dicho, sino que buscan soluciones partidistas al atolladero. Ya veremos como se acaba esto, esta sociedad vacua y colmada de suculentas parvedades no sé si sabrá dar respuesta, de momento a la gente que escuchan no la están dando. He dicho.