miércoles, 23 de septiembre de 2009

Fent les paus.

He estado ocioso, vago, a mi aire, pero nunca despreocupado por mi inactividad. No niego que la ociosidad puede ser provechosa si se le sabe sacar partido, es decir, moldear el tiempo carente de responsabilidades de modo que se produzca o se trabaje en algo. Las perspectivas e inventivas empresariales elevadas no son mi fuerte, pero no creo que sea la única vía para hacer algo de provecho, más bien al contrario, pienso que no estar ocioso es, por ejemplo, estar informado, por más inquina que se tenga a como está montada la sociedad y el mundo en general. Lo que no puedo es subsistir como una mascotilla dócil y plañidera, que es como definiría este último mes. Me levanto a las 9:00, leo, escribo o simplemente pierdo mi tiempo; me duermo una siesta después de comer, mato las horas, me muevo de aquí para allá, con parsimonia; ceno, leo y a la cama a la 1:00. Mis meditaciones trascendentales las realizo en cualquier momento tumbado en la cama, abrazándome a la almohada, con los ojos cerrados y la ventana entreabierta, a veces me duermo, otras no, simplemente inspecciono con lupa cualquier asunto de mi vida, me encarnizo y me compadezco y fatigo por mis numerosos errores, no sin cierto deleite. Esto, evidentemente, no puede continuar así. Para empezar, debería encontrar un trabajo, lo cual no depende de mí, sino de unos mastuerzos que esperan hasta el último instante manteniéndome en vilo y luego rechazan mi solicitud; eso sí, con pulcra deferencia. Entretanto, yo continúo pudriéndome y lamentándome, ya por hábito, debido a las negativas de esas sabandijas con sus futuros ya construidos e indestructibles, indispuestos a recortar un poco de sus beneficios totales y netos de esa solidaria Fundación con nombre de santo o de prócer en el mundo del trabajo social. Estoy hastiado ya de lloriqueos y ya vale, más que pena, viendo por donde han ido los últimos escritos de este blog, me siento ridículo, pero no voy a borrarlos, tan solo: "A otra cosa mariposa"

Hace ya algunos años leía dos diarios a diario de ideologías opuestas, ahora he considerado pertinente volver a mis viejas costumbres, cuando tenía ciertas inquietudes por lo que sucedía en mi entorno. Los periódicos se contradecían con mucha frecuencia, de hecho, parecía que la noticia por su forma de redacción fuese una discrepancia, se saltaban algunos detalles y datos incoherentes a sus convicciones y cada cual se arrimaba el ascua a su sardina. Resulta irrisorio porque las informaciones vienen dadas con una prosa muy hermética, rígida, como si no hubiera otra forma de contarlo que esa misma que expone el periódico, porque es la objetiva. Evidentemente no es que sean fieles a la realidad, si no que la interpretan, a veces en extremo. En las facultades de periodismo enseñan a escribir pero dejan de lado la ética periodística. Me resultaba hilarante a veces, iba a la Universidad y la gente me observaba extrañada, debían pensar que reírse por una noticia de política es de locos. Tenía la ventaja de que solo me conocían de vista, tal vez para ellos estaba un poco chalado, un tío raro por decirlo paladinamente, y poco interesante además ¿Acaso debía importarme? En absoluto, ellos veían Los Serrano, Gran Hermano asaberqueedición y leían revistas de moda, les encantaba el deporte y Memorias de una Geisha, no les gustaba Rousseau, ni Herbart, ni Giner de los Ríos, llamaban a uno de los dos mejores profesores que jamás he tenido, el inigualable Toni Colom, machista (adjetivo polivalente para tantos comentarios sexuales) y retrógrado por transgredir sin contemplaciones. No me importaba demasiado lo que pudieran opinar de mí, si es que llegaron a valorarme. Ahora bien, creo y espero que con la carrera hayan adquirido un poquito de reconocimiento o recogido algún fruto, porque yo de momento no estoy sacando gran cosa, de hecho de la carrera propiamente dicha no he obtenido nada. Al contrario, me ha costado los billetes. No se para de pagar cuando se termina; no, pensar eso sería de ilusos, luego te piden fotocopias compulsadas del título por todas partes, y es un requisito para que te acepten o valoren en la empresa en cuestión. Se pueden obtener mediante notario y Universidad. 12 euros en la facultad, en el primero he preferido no probar. Luego, para poder trabajar aquí, te suelen exigir el catalán C, el cual obtuve ahora hace dos semanas. El certificado cuesta dinero, tan solo el ir a recogerlo. Hay que reciclar el catalán para humanidades, es decir, hacer unos cursillos para poder trabajar en educación y abrirse un par de puertas. Más desembolso. El catalán me parece una lengua perfecta, muy bien estructurada, compleja y con gracia, pero mi bolsillo no piensa igual que yo, él cree que es cara y dice: Para haber nacido aquí y llevar toda tu vida aquí, este atraco sin ton ni son por derecho a emplear una lengua me resulta indignante. El castellano me ha salido gratis, curioso, en Mallorca en pocos sitios exigen saber hablar castellano, aunque hay oriundos de varias generaciones mallorquinas (más bien del centro de la isla) que lo hablan mucho peor que yo el catalán o que ni saben hablarlo (y esto lo vi en una chica hace unos cinco años, estudiante de periodismo), siendo igualmente una lengua oficial de las islas y, en teoría, equitativas. Así que voy a contribuir algo al castellano, ya que desde nuestro gobierno están arrumbándolo un poquito, eso sí, con más bien poca discreción. Los diarios que me compre serán de tirada nacional, si puede ser con sede o editados en Madrid, nada de Barcelona. Ah no, no, mi bolsillo alega que ya les pago suficiente, después profiere un improperio en catalán que me abstendré de escribir.

Sé que algo tan absurdo como la lengua que se habla o se deja de hablar va a ser uno los temas principales que me voy a encontrar en esta mi reconciliada andadura con el periodismo. El bilingüismo es rabiosa actualidad y, por lo demás, un tema que me entretiene y me da que pensar, todo desde una perspectiva educativa, pero en la medida de lo posible intentaré que no me empañen ideas pasionales o partidistas que son las que me puedo encontrar en "El país" o "El Mundo", los dos afortunados. Ciertamente, yo me sitúo como el mallorquín medio con respecto a la enseñanza en catalán: dejándoles hacer. Esto es muy común, en Mallorca se deja hacer, nos da un poco igual todo, aunque sepamos que quizás se esté cometiendo un disparate dando todas las asignaturas en catalán excepto el castellano. Han intentado transmitirnos su espíritu de lucha por la lengua desde Cataluña, pero no han conseguido más que embobar a cuatro politicuchos que obtienen beneficios y a pequeños sectores de la población liderados por gregarios atontados cuyo único fin es agarrarse a cualquier idea. Hay mucha sinrazón en el modo en que está planteado el bilingüismo, precisamente porque está bajo las directrices del rencor, es vengativo el método que se está aplicando, castigando y martirizando a una lengua en beneficio de la otra, cuando las lenguas no son más que meras espectadoras y probablemente se rían al contemplar como no se exprime el privilegio de vivir en una sociedad donde ambas podrían convivir en armonía. Los argumentos son muchos, las verdaderas razones pocas. Televisión, miedo a que se extinga la lengua y chuminadas por el estilo. Cualquier catalanista o defensor acérrimo de la lengua catalana me diría "Doncs si no t´agrada, ja t´en pots anar, espanyolito" y yo le contestaría "No és que no m´agradi, a jo realment el que em fot és que em faceu pagar per la llengua, i afegeixo, com he nascut aquí, ja em pots considerar tan espanyolito com tu, cantamañanas". O simplemente se reiría socarronamente alegando que todos los fascistas decimos lo mismo, que somos hombres de primitivos... bueno un par de adjetivos despectivos que me hacen quedar como un salvaje despiadado; él se lava las manos y se acabó porque los políticos están de su parte y tan panchos. Pero bueno, no quería hablar de bilingüismo, es que mañana voy a Palma a apuntarme a esos cursos de reciclaje y ya tengo los 100 euros preparados, todo ha salido un poco así de sopetón.

A lo que iba, voy a preparar una carpetilla, incluso, donde voy a ir acumulando recortes de periódicos, es algo que nunca he hecho y que me hace hasta ilusión, en cierto modo las noticias son indicadores de nuestros días, y nunca va mal recordarlas en un futuro, poder ver las impresiones que las acompañen, tanto del periodista como mías, y de aquí a unos años humedecer una palabra con una lagrimilla de nostalgia, o tal vez una de risa. Ya se verá.