lunes, 21 de septiembre de 2009

La hora que sea de la fecha que sea.

Hace tiempo leí "El mito de Sísifo". Albert Camus escribe: "Como todos los hombres sanos han pensado en su propio suicidio, se podrá reconocer, sin más explicaciones, que hay un vínculo directo entre este sentimiento y la aspiración a la nada". Es un consuelo saber que soy un hombre sano, aunque tampoco deja de ser una opinión, no creo que esté sustentado por ningún tipo de estudio o recopilación de datos. Además, esa afirmación no niega esta que escribo yo "Algunos hombres insanos han pensado, también, en su propio suicido y, es más, muchos lo han materializado con éxito" Esto ya es más descorazonador. En todo caso ¿Qué se considera un hombre mentalmente sano? Supongamos que es aquel que no vive de arrebatos, es estable y adaptado a la norma basándonos en su comportamiento e ideas; en consecuencia es el gran grupo normativo -la mayoría y en esa mayoría destacaría las facultades de ciencias de la mente, también el poder legislativo y el mundo laboral- el que establece los criterios para considerar a este o tal otro como sano o insano. Evidentemente si un hombre considerado como sano piensa en su propio suicidio no es que exista un elemento fallido en su lozanía mental, más bien diría que es un pensamiento controvertido. El vínculo a que alega Camus entre el sentimiento de suicidio y la aspiración a la nada lo considero, en todo punto, un dardo clavado de pleno sobre el blanco la diana.

Hay noches en que comienzo a dar muchas vueltas a etapas de mi vida, o sobre aspectos presentes y del porvenir. No hay nada tan duro como mis reflexiones del pasado. De hecho, no creo que ni tan siquiera esté preparado para realizar un análisis profundo, ni tan solo por medio de la escritura. Sería demasiado arriesgado y cuando comienzo a reconcomerme por esos caminos de retroceso, me doy cuenta de que realmente hubiese vivido como sin aspirar a nada. Los pensamientos de suicidio aparecen de forma involuntaria, son un relampagueo. Anoche, sin ir más lejos, estuve como una hora durante la cual no lograba reconciliar el sueño. No sé porqué razón había comenzado a recapitular en épocas de adolescencia y sentía, como pleno resultado de esos años, que no se es más ahora que una figurita esculpida por el niñato que se fue entonces. De súbito vino el relampagueo, una soga en la que me cuelgo, sale de la nada, repentino, no es algo que se pueda controlar, simplemente resplandece con un aura demoníaca. Luego intento deshecharla lo antes posible, los suicidas me parecen más que plañideros, lamentables. No me gusta en absoluto la idea del suicido, pero considero que es perentorio en el caso de irrumpa de un modo tan fugaz, incontrolado y se anteponga a la línea en que están yendo los pensamientos. Con el tiempo, cuando estoy meditando sobre cualquier tema, las palabras van brotando con una fluidez pasmosa, con calidad y orden, surgen buenas cuestiones y mejores respuestas, pero solo en los pensamientos, no mediante la escritura. De hecho mi escritura es mediocre comparada a mis pensamientos, modestia a parte. Otrora éstos eran de unas características más ilustrativas pero menos abstractas, más basados sobre los acontecimientos del propio día. Ahora eso parece que haya mutado, todo reviste un aire más utópico, de deseos. Se confeccionan quimeras intachables, uno se hace una ilusión, pero todo se derrumba cuando, por ejemplo, a través de tantas palabras hilvanadas una tras otra se llega a épocas donde ni me percaté de la vacuidad en que estaba viviendo y la indiferencia que mostraba por llegar a mejorar mi situación. Pensar sobre mi pasado es doloroso, casi perjudicial. Ahora sí he aprendido que debo actuar en consecuencia, que nada de lo que quiero me lo van a regalar, pero es entonces cuando surge la soguilla. Lo recuerdo a la perfección, estaba pensando algo así: "Eso de no haber vivido ninguna historia de amor en la adolescencia - y me pongo romántico - ningún paseo en el parque durante el otoño bajo un paraguas agarrado a su cintura -una chica cualquiera y simultáneamente a las palabras me lo voy dibujando- mientras finas gotas caen sobre la tersa tela haciendo ese sonido como de bolitas de aire que explotan, o por ejemplo, haber estado tumbado a la fresca brisita bajo las estrellas disfrutando de un largo silencio mientras contemplamos constelaciones, completos ignorantes de los nombres que le han puesto, pero ella acentúa el momento con su voz para darle una forma a aquellas que están ahora justo sobre el faro, escribirle una poesía, sentir una verdadera prosa ¿A qué se deberá todo esto? -aquí comienzo a ensañarme sobre mi físico y mi caracter- ayy que asco" Se precipita la soguilla, entonces se barrunta sobre el suicidio y el porqué de esa idea, viene un momento bajo, hasta el punto de pensar que si no fuese tan frívolo, lloraría. Justo antes estaba evaluando circunstancias que acaecen en mi ecosistema actual y sobre el cómo encararlas; estaba medianamente esperanzado de que la vida continue tal y como está ahora con un rumbo algo más alentador, mejorar en aspectos ligeramente, seguir escalando, pero siempre aparece ese pasado tan jodido, es como si hubiera una dependencia total, cuesta no llegar hasta él, es difícil, parece la respuesta a todas las preguntas y hasta llega uno a odiarlo, es demasiado reciente. Si ahora no trabajo para que no suceda, siempre voy a estar creando relaciones de dependencia con tiempos que ya no existen. No es más que experiencia, una experiencia que me ha hecho llegar a esta conclusión: a la mierda con las ideas suicidas, si entre la vida y yo me hemos jodido parte de mi vida, pienso alargarme aquí tanto cuanto sea posible para demostrarme algo, y para demostrárselo a la vida también.

Llevo como media hora con todos estos pensamientos del pretérito, me tengo que levantar a fumarme un cigarrillo por que realmente me arredran. Puedo prescindir del cigarrillo y darme un paseo por ejemplo, tal vez es un poco tarde. Cuando vuelvo a la cama decido no utilizar las palabras como medio, o ser mucho más escueto. Recurro al método para dormir que empleaba en la adolescencia, pensar sobre las imágenes más que sobre las palabras y sobre asuntos de una banalidad absoluta. Pienso que si fumase porros o fuese alcohólico todo sería más fácil. Pero está visto que a mí no me gustan las cosas fáciles. Y hacerse un hombre en el concepto de hombre que tengo yo (moral, reflexivo y humilde por condensarlo en tres palabras. En una: sano) es también algo que puede llegar a ser muy largo, extenuante y complicado. Toca proseguir y no rendirse.