jueves, 23 de abril de 2009

Compendio sobre humanos que sobran.

Sí, quizás la vida continúe igual sin ti, pasará el tiempo con su continuo tic-tac, caerán las hojas en otoño, en primavera comeremos fresas con nata, veremos algún que otro eclipse de sol, viviremos fantasías que no sabemos si se cumplirán, y tendremos la esperanza de estar arraigados a la vida. Que duro es cuando se muere joven bajo esas circunstancias; ya han intentado infructuosamente justificar un crimen, y en ocasiones hasta se puede tachar de heroicidad que se perpetre. Esos sujetos, por ejemplo, estaría justificado que le sobreviniera una muerte atroz, como un disparo irreversible en el estómago, o una cuchilla pendular que desciende con la serenidad de la paz marina, para degollarlo y ahogarlo en su propia sangre. Imprecaciones, deseos de muerte, pues sí, en ocasiones no las rechazo, les doy plena libertad para expresarse, pues solo así hallo posterior sosiego, mejor es que ir acumulando la ira para después descargarla sobre alguien. Puede tener terribles consecuencias.

Era un buen tipo, un tío de puta madre, que sin más motivación que ir a cenar y salir por los pubs de este pueblo, se halló de pronto con un grupo de desalmados y soeces humanos innecesarios, con ganas de bulla. La rechazó, pues él no era de ese tipo de gente, pero tan cobardes eran que, pese a todo, le golpean brutalmente por la espalda. Cae al suelo descalabrándose. Contusiones en la cabeza, coágulos en el cerebro. La parca afilando sus tijeras. Y al final opta por cortar, desaparece. Ya sabemos que jamás volveremos a escuchar de tu voz la palabra truc, y que no volverás a comerte una hamburguesa fría por no hacernos esperar.

Lo que más me irrita de todo esto, es que se realiza sin ningún tipo de motivación, un grupo de chavales de 18 años- posiblemente completamente enajenados por la droga- con impulsos agresivos incontrolables, se topa con un grupo de menor número y, sin estímulos externos que puedan derivar en violencia, se enzarzan y terminan así, con un inocente chaval en coma. Todo esto se podría haber ahorrado, ellos lo intentaron, pero los desalmados y soeces humanos innecesarios no lo creyeron así. Esa gente está sobrando, no pintan nada. Son como los pelos de mi espalda. Adaptativamente, unos sujetos que sin necesidad de presumir delante de nadie (podría pensarse que se quieren mostrar como los machos más fuertes de la manada, sin embargo, son mayores en número), que tampoco tienen motivos reales o concretos en contra de los agredidos, no tienen una función positiva que pueda equilirar la alanza. Son especímenes que deben ser borrados del mapa. No tienen utilidad alguna. La justicia pondrá su mano y sentenciará "Homicidio involuntario" o cualquier eufemismo similar. Y habrá un abogado que intente defenderlo. Saldrá dentro de unos años de la cárcel, y se vanagloriará de haber sido reo durante estos años, y le encontrarán un trabajo por pertenecer a un sector en riesgo de exclusión social, y se casará, y tendrá hijos, mientras que el agredido estará pudriéndose bajo tierra, o nadando sus cenizas por el mediterráneo. Una vida se salvará, la vida de ese humano innecesario. Quizás consiga reintegrarse en la sociedad, si es lo suficientemente fuerte como para resistir los factores inadaptativos del contexto carcelario. Habrá especialistas que se dediquen a salvar a ese humano innecesario, y le costará dinero al estado. Al final te das cuenta de que la pena de muerte es un craso error, sin embargo en casos tan evidentes como este, si se muere, a mí me importa un carajo. No seré yo quien lo mate, y por fortuna le faltarán cojones a todos para hacerlo. Para que ese joven muera, habrá de encontrarse con otro de su misma índole, y sus caracteres choquen, desembocando en trifulca de resultados lamentables.

Es preocupante que en el siglo XXI sigan ocurriendo estas salvajadas, provocadas por personas que desconocen la palabras moral, educación e inteligencia. Mirado desde la lupa política, cumplen una función igual que otro cualquiera. Ese nuevo criminal es igual que yo al fin y al cabo, echa sus horas, paga sus impuestos; si se consigue rehabilitar, y mediante terapia o medicación controlar sus impulsos agresivos lo conseguirá, entonces volverá a ser como yo. Con antecedentes penales y con trayectorias distintas, pero iguales a los ojos de Papá Estado. Mas Papá Estado es mezquino, y por conducir ebrio pueden encarcelarme, haya accidente de por medio o no, mientras que a él, a pesar de que cualquier profesor que lo evaluase podría haber inferido que necesitaba un urgente tratamiento, le dejaron andar por la calle, con todos los riesgos que entraña para terminar de enaltecer su carácter(drogas, personas...). Pero claro, es que hacer esas evaluaciones supone un gran riesgo para gente que no es así, y que pueden dar un resultado erróneo, o peor aún de opinión subjetiva. No nos podemos dejar llevar por arrebatos, o terminaríamos siendo como él.

Al final todo seguirá igual, mucho odio, mucho encono, sentimientos que no tienen materialización en nuestro caso, y el humano innecesario verá caer las hojas en otoño, y comerá fresas con nata.