martes, 28 de abril de 2009

Moda e imagen.

Continuamente vivimos rodeados de tiendas de ropa, vehículos, zapatos, perros, peinados, andares, formas, colores, coches, abalorios y todo eso que nos distingue a unos de los otros. Las diferencias en el aspecto material se pueden adquirir mediante dinero. Está claro que una persona solvente y que se pueda permitir unos bienes, presuntamente de calidad, no va a ir vestido de miembro honorífico del clan de "La Paca" o se va a comprar un mercedes con varios lustros en sus pistones para lucir marca. Pero sí se dan combinaciones, el hijo de la paca iba con coches de precios desorbitados por la calle, mientras que a veces vemos a señores pulquérrimos salir de un coche desvencijado. También hay gente moderna que se apea de coches del montón, y que aunque no lleve ropa cara, sí que es llamativa, fashion, elegante, inmaculada o como se quiera.

Todo es pura imagen, vas por ahí desharrapado como un vagabundo y te señalarán con el dedo llamándote indigente; entras a la iglesia con ropas heavy y tal vez te saquen a patadas (y te harían un grato favor); te calzas unas buffalo, te peinas estilo cenicero y te compras una 49 trucada y escandalosa y eres un quillo, poligonero, pacorro; déjate la barba, cómprate unas gafas, una chaqueta marrón, pon cara de sabio y ve con pipa aromática, eres un estrafalario; si decides ataviarte con prendas convencionales, con vaqueros, camisa y zapatillas, eres un tipo normal. El mundo busca señales externas para catalogar a los sujetos que se pasean por las calles, de modo que los prejuicios puedan dar lugar a evitar, zafarse, contactar, saludar a alguien. Se sopesa la persona para tomar una postura y mostrar una actitud. Puedes sorprenderte, a lo mejor al tipo ese que van tan arreglado y aseado le gusta música escandalosa que hasta el momento solo los tios con greñas grasientas y ropas oscuras eran capaces de escuchar. Si vas con minifalda, con tacones de 10 cm, con los labios con exceso de carmín, provocativa y bella como una flor en primavera, te llamarán zorra o calienta pollas. El turista del tatuaje y los piercings de la playa, quizás sea un ejecutivo de una próspera compañía de seguros y gane en un año lo que no ganarás tú en tu vida. Un intelectual puede parecer un memo y vicesersa. La imagen no deja de ser un prejuicio. Si te la cuidas, eres un tipo con prejuicios, pero es que si no lo haces peligras de ser un marrano. El problema es que la imagen va fuertemente ligada a la moda, y la moda no es más que la elección de una tendencia por un grupo de personas en un momento determinado.

Hoy me han dicho que tanto el coche como la indumentaria son parte de la imagen que da cada uno. Eso en parte tiene razón, pero hay que revisar el conjunto antes de valorar las piezas una por una. El hijo de "La paca" conducía coches de precios inasequibles para cualquier trabajador medio, pero sí factible para grandes empresarios y personas de cuentas corrientes engordadas. La pieza es comparable, el conjunto no. La adquisición de bienes caros es un modo de adaptación, sabemos que el tipo ese con ese coche y esas pintas de rico podrá ofrecernos una buena vida y a la de nuestros hijos. El hijo de la paca, es un inadapatado por el contexto en que se crió, ahora adquiere coches y tiene dinero para en cierto modo adaptarse al entorno predominante. Continuó la conversación por esos derroteros, y ella me dijo que no sería capaz de ir con un tipo desaliñado por naturaleza (no de esa moda de ir informal forzadamente para estar a la última), o con alguien gordo, siendo sus valores para llamar gordo a alguien un tanto extremistas. La imagen física y su vinculación con la belleza es un factor adaptativo, al menos de un modo generalista, luego cada persona es un mundo. Supongamos a una mujer con tez enteca, figura desgarbada y eschumizada, con olor hediondo, astrosa, con pintas enfermizas, insalubres, que acude a la consulta médica con frecuencia. Esa mujer es adaptativamente indeseable. Visto desde un punto de vista biológico, antaño no habría durado prácticamente nada. Hoy sobrevive gracias a la medicina. Una mujer sana, morena, estilizada, con brillo en los ojos, rebosante de vida, la vemos como una buena opción para la pervivencia de nuestros genes. Hace varios decenios se valoraba mejor a la mujer gorda, era símbolo de estar bien alimentada y saludable. Hoy por hoy la mujer rellena significa sobrealimentación, apática, abúlica, con exceso de colesterol, problemas cardiovasculares, en un futuro posiblemente tendrá problemas de espalda. En general no nos gusta la mujer rellena. Lo mismo pasa con el hombre, solo que con distinto adjetivos. A pesar de todo esto, pese a que la belleza forma parte de la selección natural, la moda modifica los cánones biológicos de belleza a su vez. La moda emo por ejemplo, proviene de las pasarelas. Esa palidez con ojeras, de rostros que recuerdan a un fiambre, a alguien entristecido, quejica y lamentable, a mí personalmente no me parece desde ningún punto de vista adaptativo, una moda viable. Los estados psicológicos de la juventud repercuten a lo largo de toda una vida. La moda emo de pasotismo incontrolado por los problemas reales que acusa este mundo, y que no obstante se originan su zozobra y exasperación por detalles sin un fundamento real, es desadaptativa, precisamente por la repercusión hormonal de estados psicológicos perniciosos en la adolescencia. Si todo se acaba pagando, yo me doy cuenta de los errores del pasado, y no sé si algún día me desembarazaré de ellos. Los emos comen, tienen cama, tecnología y joden, pero todo les parece una mierda. Los quillos no sé realmente que imagen dan, a mi modo de verlo es una imagen peligrosa, de fuerza y violencia, de carácter irascible, de machos de la manada. Por eso andan siempre con sus quillas de sus brazos, o alguna mujer decente supuestamente. Al caso, es que ambas tendencias son inadaptativas en la sociedad en que nos encontramos. Sin embargo se adaptan a su ambiente. Consumen pastillas, presumen de bíceps, se aíslan. Se adaptan a un microsistema, se desadaptan del macrosistema. El problema es como se alejan del sistema global, no que hacerlo esté mal en sí. Está claro que ninguna de ellas es mayoritaria, pero se extienden y las balanzas se equilibran. Sus formas de inadaptación van a acarrearlas a lo largo de toda su existencia, y probablemente su progenie pague consecuencias.

La delgadez es uno de los problemas que tradicionalmente acarrea la moda, refiriéndome aquí al lado más suave y normalizado, sin llegar al extremo psicopatológico. Las tías muy delgadas han llegado a tener su morbo. Precisamente la delgadez no anoréxica, o bulímica o patológica en general, no es inadaptativa, ya que tenemos medicamentos que pueden suplir las carencias vitamínicas y nutricionales.

La moda se adapta a los tiempos, y los tiempos se adaptan a ella, aunque también crea imágenes de inadaptación. La sociedad da pié a que esto suceda con naturalidad, y las tendencias entran en armonía paulatinamente dentro de nuestras vidas. Dejar que esto acaezca es un craso error. No hay que verse influenciado en absoluto por lo que unos deciden por nosotros, no hay que etiquetarse, porque así juzgarán con mayor facilidad. La clave se encuentra en pasar desapercibido, ser un individuo con sus opiniones y sus gustos, sin que nada ni nadie vaya a modificarlos por un dominio concreto. Si hay talento ya surgirá por sí mismo, sino siempre queda vivir por vivir. El sujeto como tal, llegado a su madurez ha de elegir si estar dentro de un grupo, o caminar en soledad, pero siempre respaldado por un poco de aquí y otro de allá. A mí las ideas propias me parecen la más viables, especialmente en lo que a imagen se refiere, en cuanto a lo interno sí que veo más comprensible que se anhele hallar un grupo de referencia. Alimentarse del caviar de cada uno es más lógico que centrarse en también en el pan y el trigo. Se puede pasar de Houellebecq a Dostoievski, de Clarín a Bukowski y aunque no antagónicos, sí distintos, pero no por ello no van a contribuir en la vida de algún u otro modo. Hasta de la biblia a Nietszche. Lo mismo habría que hacer con la imagen, aunque se quede un esperpento de combinaciones imposibles ¿La imagen? Pasemos de la imagen, pongamos a un colega dormido en el aeropuerto después de un concierto, posiblemente estaba borracho, mejor todavía. Pero no iba a poner algo sorprendente, hay pocas cosas que sorprendan ya.

Mi barba de un mes y medio comienza a molestar, pues hora de cortársela, pero por impresión ¡Ja! Con la iglesia hemos topado. A quien no le guste, pues que no mire. No soy ningún modelo, ni ningún ejemplo a seguir, si alguien me valora por la imagen, allá él o ella. Tal vez se estén perdiendo más de lo que parece, o quizás aparente más de lo que soy, pero si tengo que preocuparme de mi coche de 11 años, de mi alopecia precoz, de mi cara de congrio, de mis chichas criadas a base de jamón y patatas fritas, iría yo apañado. Mejor preocuparse de otros aspectos, como por ejemplo, de si habrá alguna que a pesar de eso se fije en mí. No he conseguido desprenderme de esa preocupación por la imagen todavía. No lo he logrado, sus raices se han hendido bien en la tierra. Por eso he cambiado el diseño de este blog, por eso tengo que dar las gracias a mi amigo Raúl por hacer EL PUTO MEJOR DISEÑO DE CABECERA QUE HE VISTO EN MI VIDA. Y sin seguir ninguna moda.