jueves, 22 de enero de 2009

Balance 2008.

Aviso ya al lector, cuya inocencia le haya conducido a este blog, del contenido de este texto, tan distinto al mundo de los trueques, las compras, las ventas, las cuentas, los números, el tesoro, la esperanza en montones de pestilente papel lánguido. Y tan distinto, como que se trata del balance de una rata que corretea buscando algún agujero por donde escabullirse de su continuo queso y estricto cautiverio, absorta por ruedas de plástico rojo e intrincados laberintos sin salida.

Este año me da la sensación de haber estado jugando una partida de mus, y que siempre que he sido postre he sabido cortar o dar descarte, siempre acertando el momento apropiado para verme respaldado en aquello en lo que sabía que podía meter la pata, por culpa de aquel sudoroso amendrentado, tan indeciso de hacer hablar a la mano. No habrá motivos de queja, ha sido ir encajando casi las últimas piezas del puzzle para poder hacerme una idea de la forma tan deseada confeccionada por grietas. Algo he empezado a ver. Bah, aun así, da la sensación de que todo sigue igual, a pesar de haber puesto algo más de mi parte en la construcción de este intrincado edificio, habrá algunas horas útiles que serán cambiadas por segundos inútiles.

Dejándome ya de estupideces, entraré en materia. Los aspectos positivos son más que los negativos (al fin), sin embargo todavía sigue habiendo algunos huecos por rellenar. Y mientras sigan vacíos, no valdrá cualquier viscosidad purulenta, pues su desbordamiento mancha y envilece lo que con tanto trabajo, o más bien falta de trabajo, he logrado atesorarme. Sobre el trabajo quería apuntillar que reconozco mi pereza, sin embargo, también reconozco que es más el padecer en la desgana que en el ajetreo, el trajinar de arriba hacia abajo, de un lado a otro, con la cabeza llena de horas y caras, y no de sueños disparatados, nacidos demasiadas veces ya del ingenio onírico. Hablando de sueños, fue este mismo año cuando cursé algo así como un taller de psicoanálisis, donde hubo una pregunta que jamás pronuncié, por eso tan propio de mí de no querer perturbar las ideas inmaculadas, al menos no delante de sus seguidores. Y no por miedo, sino por pereza. Quizás su respuesta hubiera sido "Sí, la interpretación onírica puede ser distinta entre psicoanalistas, pero también significa que el enfoque es distinto dentro del psicoanálisis y que el vínculo entre terapeuta y paciente (no creo que usasen esos términos, buscarían algo más humanista, más cercano) puede dar lugar a dispares perspectivas pero todo hacia un mismo fin. Todos los caminos conducen a Roma" etcétera. o "No, no cabe la posibilidad más que de pequeñas variaciones, también resultado del inconsciente del psicoanalista... Es dependiente del complejo de Edipo, tan arraigado y tan difícil de desprenderse de él" etcétera. No lo sé, siempre me quedará esa incertidumbre, si bien nunca me quedará aquella de "No tendría una respuesta" Siempre había una respuesta, al menos desde psicoanálisis, eso parece ser. No podía hacer esa pregunta, iba con saña, y si sin saña armé un buen desbarajuste en el ritmo de clase, increpándome incluso por haber hecho esa otra pregunta, que la verdad la hice sin pensar pues surgieron tan naturales las palabras que ni yo mismo sabía como salían, al igual que no sabía ni que estaba preguntando, y si esa fue con buena intención, no quiero pensar que hubiera sido al haber traslucido la mala leche. Nunca me gustó hablar en público, por mucho elogio que pretendan dar, no es lo mío, aunque igual hasta agrado. Quise evitarlo, y no pude: me miró con esos ojillos de erizo y solicitó mi voz en busca de respuestas. Craso error. Les fue más doloroso el modo que el contenido, algo tan humano, tan psicoanalítico. Aquel otro defendía esa postura tan humana y psicoanálitica, atada, esposada, vinculada, inseparable; con gesto demente, casi hablándome al oído y sintiéndome yo acorralado por un sectario el cual no puedes evitar, ni echar groseramente y sin consideración del zaguán, mientras asientas como tratando a un loco. Al final terminé satisfecho, es más que recomendable ¿Acaso no es recomendable lo que acabo de escribir? ¿O es mejor pasarse el tiempo entre cafés y tertulias de barrio? Visto como producción, es mejor observar a esta nuestra especie en su hábitat, que dormir y vivir dormido. Así que, visto así, buen balance de este curso.

Ahora llega a mis pensamientos eso tan peliagudo del despido. Quizás lo único análogo al despido fue el del disfraz. Disfraz que descubrí en aquel sujeto al cual echaron, por deslenguado, de aquel falansterio de obsesos soñadores en clavar agujas tintadas en pieles que con el tiempo se difuminarían como petróleo en mares ya agonizantes. Ya lo sospeché desde un principio, aunque el respeto a veces nos lleva por la vía del error y nos puede volver a cubrir los ojos con su negro manto de terciopelo, no deja de pensarse. No creo que sea digno de mención, aunque ya lo haya mentado, pues era insoslayable. Ese aspecto lo meto en negativo. Ya vamos 1-1, mas teniendo en cuenta que solo dos negativos me quedan por respasar, quizás se incline la balanza a mi favor.

"Pues vete" "Pues me voy" Pero a mi no levanta la voz un cavernícola de camisas rosa y pantalones amarillos, que como puerco (con perdón) que es registra sus propios depósitos para hallar un tropezón entre sus pestilentes y suavonas texturas. Sólo con tocarlo sentía asco, y él hurgaba y olisqueaba regocijándose y saboreando cada capa hasta que se fundía en su boca. Me das asco, y bien orgulloso que estuve de mi desliz, de mi descontrol, del sentir la gravedad tan lejos, tan incapaz de afectarme. Me fui orgulloso, así que haré una valoración positiva de este aspecto. 2-1.

¿Y qué decir de ti, desconocido aliado de la vida, que tanto la enriqueces y acicalas, que parece que en una pizarra se dibuja el rostro de la amada, y no es más que una combinación de letras o números? ¿Y qué decir de ti, única mano que ofrece el sosiego para sentirse realizado? ¿Y qué decir de ti, si todavía no has sido capaz de tocar el timbre, más que cuando era incapaz de levantarme del sofá por pura embriaguez? ¿Qué sabré yo de ti, amado mio? Incapaz de trabar amistad contigo, nunca vi una puerta abierta, ni entre los postigos entraba luz y el metal incandescente es poco lo que dura, no en una vida, no es lo suficiente. ¿Hallaré el fuego que arda con tan gran vigor para que el calor dure hasta mi último suspiro? Dónde estarás. 2-2

La carrera, 3-2. Finito. No seguiré más. El balance ha sido positivo, aunque... Dónde estarás.