viernes, 9 de enero de 2009

Las brillantes propuestas del 2009.

Entre todas las propuestas que me he planteado iniciar con el arranque del año no hay ninguna que sea digna de mención. La lumbre se apaga, la vela se funde, la luz se desvanece y por mi cabeza no cruzan más que estrellas fugaces que se empeñan en entretener a los pajaritos que me obcecan y ofuscan por su propia frustación al ver la poca iluminación, antaño fulgente como halógeno de cocina; mientras ahora, oh aciaga fortuna, las pocas ideas que fluyen surcan el mar fenecido y corrupto, perdiendose en el horizonte. He aquí un posible foco de propuesta, paliar este problema, buscar soluciones, hallarlas y aplicarlas. Es sencillo, tan sencillo como girar la llave del coche, si bien luego resulta que no tiene batería y se anda como loco preguntando a ver quién tiene pinzas, que hace falta una mano. Otra propuesta y mano más.

¿Pero quién se plantea tamañas estupideces? Vamos, seamos realistas, eso de las propuestas es un barco de piedra, se hundirá lo que tarde en ser puesto al agua y no habrá magia, volverá la rutina, el día a día, la robótica monotonía de la vida occidental. Puesto que proponerse fruslerías- como dejar el tabaco, terminar los estudios, ascender en el trabajo, ir al gimnasio, adelgazar, casarse o llevar una vida plena-, puesto que proponerse esas fruslerías es de inocentes ilusos, que viven en su mundo de conejitos de gominola, voy a hacer un resumen de lo que debería plantearse un varón humano "del montón", que no es poco lo que abunda:

-Ligarse por pura casualidad y fortuna a una chica bellísima y sana, que no hable absolutamente nada, que sea rica e, inexplicablemente, enamorarse de ella.

Yo creo que la vida así sería más fácil para todo hombre. Si ahora se analiza, quedaría suplida toda carencia. Dinero: es rica. Amor: ¿Cómo me enamoré de este tarro vacío? Belleza: Está buena. Salud: es saludable. Cultura: ¿Rica y guapa? Da igual, no habla, que sea la más inculta del mundo si quiere que ya me culturizo yo solo.

¿Y mi amor propio? Oh, que egoísmo esto de pedir peras al olmo, a ver si la ruleta se para alguna vez en mi número. ¡Mezquino! Trabájatelo, aunque el barco se sumerja para su hundimiento sempiterno. Y sino espera, que ya te lloverán piedras.

A todo puerco le llega su San Martín.